Millet
Salvador Negro
(España)
Las panaderías
Voy a las panaderías como a lugares sagrados,
los panaderos me parecen los verdaderos sacerdotes de nuestro tiempo,
si existe dios debe estar en la harina, pues no hay mayor verdad
ni camino ni vida que alimentarse, aunque no sólo de pan
viva el hombre. Cuando entro y siento funcionar los hornos
me palpita el corazón, y a la vez siento paz, como
si mi sangre se volviera dulce y mis heridas
estuvieran sanando. Una muchacha
con las manos muy limpias y muy blancas va trayendo
la muestra del milagro, y yo que dudo
hasta de lo que veo, no lo puedo negar. Mi pecho frío
tiene de repente calor, hay en mis ojos
-sólo un instante antes ateridos de miedo-
una especie de luz desconocida, y los contemplo
al pan y a la muchacha, al mundo al fin y al cabo,
con toda la esperanza que me cabe. Debe ser
lo que llaman la gracia. Aunque me dure
ese instante la fe de todo el día.
los panaderos me parecen los verdaderos sacerdotes de nuestro tiempo,
si existe dios debe estar en la harina, pues no hay mayor verdad
ni camino ni vida que alimentarse, aunque no sólo de pan
viva el hombre. Cuando entro y siento funcionar los hornos
me palpita el corazón, y a la vez siento paz, como
si mi sangre se volviera dulce y mis heridas
estuvieran sanando. Una muchacha
con las manos muy limpias y muy blancas va trayendo
la muestra del milagro, y yo que dudo
hasta de lo que veo, no lo puedo negar. Mi pecho frío
tiene de repente calor, hay en mis ojos
-sólo un instante antes ateridos de miedo-
una especie de luz desconocida, y los contemplo
al pan y a la muchacha, al mundo al fin y al cabo,
con toda la esperanza que me cabe. Debe ser
lo que llaman la gracia. Aunque me dure
ese instante la fe de todo el día.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Arturo del Villar
La poesía de Ernestina de Champourcin
-Estética, erótico y mística-
Colección Ensayo
Ed. El toro de barro
Carlos Morales Ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP: 12 euros
Agotado.
edicioneseltorodebarro.yahoo.es
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