En mis ojos había pánico. Me miré a los ojos y volví a mirarme las manos. Horrendas manchas de la edad, dos cicatrices. Manos nada indias, manos nerviosas, desamparadas. Vi hijos y hombres y jardines en mis manos.
[Del relato "Lavandería Ángel"]
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En cuanto me pongo a trabajar, antes de nada compruebo dónde están los relojes, los anillos, los bolsos de fiesta de lamé dorado. Luego, cuando vienen con las prisas, jadeando sofocadas, contesto tranquilamente: "Debajo de su almohada, detrás del inodoro verde sauce". Creo que lo único que robo, de hecho, son somníferos. Los guardo para un día de lluvia.
[Del relato "Manual para mujeres de la limpieza"]
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El autobús se retrasa. Los coches pasan de largo. La gente rica que va en coche nunca mira a la gente de la calle, para nada. Los pobres siempre lo hacen… De hecho, a veces parece que simplemente vayan en coche dando vueltas, mirando a la gente de la calle. Yo lo he hecho. La gente pobre está acostumbrada a esperar. La Seguridad Social, la cola del paro, lavanderías, cabinas telefónicas, salas de urgencias, cárceles, etcétera.
[Del relato "Manual para mujeres de la limpieza"]
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La mayoría de los escritores utilizan accesorios y decorados de su propia vida.
[Del relato "Punto de vista"]
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Y las lavanderías. Aunque para mí ya suponían un problema incluso cuando era joven. Una espera demasiado larga, incluso con las rápidas Speed Queens. La vida te pasa por delante de los ojos mientras estás ahí, hundiéndote sin remedio. Claro, si tuviera coche, podría ir a la enfermería o a la oficina de correos, y luego volver para meter la ropa en la secadora.
[Del relato "Carpe Diem"]
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Cuando le resultaba demasiado difícil contarle a alguien cómo se sentía, enseñaba un poema.
[Del relato "Bonetes azules"]
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Ella guardó silencio, pero pude ver que la muerte empezaba a ablandarla. La muerte cura, nos dice que perdonemos, nos recuerda que no queremos morir solos.
[Del relato "Luto"]
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¿Será que estoy enfadada porque Sally se está muriendo, y por eso me enfado con todo un país? Ahora se ha roto el váter. Han de levantar todo el suelo.
Echo de menos la luna. Echo de menos la soledad.
En México siempre hay alguien contigo. Si te vas a tu cuarto a leer, alguien se dará cuenta de que estás sola e irá a hacerte compañía. Sally nunca está sola. Por la noche me quedo con ella hasta cerciorarme de que se ha dormido.
No hay ninguna guía para la muerte. Nadie para decirte qué hacer, qué es lo que te espera.
[Del relato "Panteón de Dolores]
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El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. La muerte llega demasiado pronto. Olvida las mareas, los días que se alargan y se acortan, la luna. Hace trizas el calendario. No estás en tu escritorio o en el metro o preparando la cena para los niños. Estás leyendo People en la sala de espera de un quirófano, o temblando en un balcón mientras fumas toda la noche. Miras al vacío, sentada en el cuarto de tu infancia con el globo terráqueo sobre la mesa. Persia, el Congo Belga. El problema es que cuando vuelves a la vida normal, todas las rutinas, las marcas del día a día parecen mentiras sin sentido. Todo es sospechoso, una trampa para adormecernos, para volver a arroparnos en la plácida inexorabilidad del tiempo.
[Del relato "Espera un momento"]
[Alfaguara. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino]