Juan Calero Rodríguez
(Cuba, 1952)
Testimonio de un soldado desertor
A los estigmatizados y humillados de por vida, en las UMAP
Un día me negué a que el fuego ardiera por el resto de mi vida.
Y fui olvidado, como se olvida tarde o temprano a los héroes.
No es posible latir, como otro madero cualquiera, sin ritmo
o mejor digo, con el mismo ritmo de otro madero cualquiera.
Primero amanecemos en el brocal para luego tallar los tuétanos
donde los pinos inventan su mito entre tanto ruido.
Una razón se sienta tras el eterno cadalso
donde nadie pregunta, ni se explica.
Las razones no mueren en los cementerios,
reclaman
la techumbre por donde escapar del silencio.
He dormido en barracones, en el suelo,
entre tantos otros
apilados en hogueras, cuerpo con cuerpo, por frío.
Y nos saltamos la penitencia
en aquellos campos olvidados por los sueños.
No por ello fuimos héroes, ni mártires,
cada adversidad reta un nuevo milagro.
Solo inocentes.
Y ofrendamos nombres a náufragos cotidianos
y aceptamos como fósiles las derrotas
entre amigos que se ocultan y se privan
y alguna vez recuerdan
el regreso a donde nada queda por hacer.
Otros poemas de Juan Calero Rodríguez
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Federico Gallego Ripoll, "Mal de piedra" Col Cuadernos del mediterráneo Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2005
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