A ver. Yo estoy seguro de que los padres de ustedes son unas personas maravillosas. Seguro que sí. Pero es que mi padre, además de ser maravilloso, es graciosísimo. Y el humor, como todos ustedes ya deberían saber, es uno de los pilares de la inteligencia de los superhéroes.
Mi padre tiene 80 tacos, 6 hijos y 650 euros de pensión y, sin embargo, sigue convencido de que los principios y las cosas bellas que me enseñó cuando yo era chiquitín siguen siendo hoy tan válidos como hace un montón de décadas, o sea, que son eternos.
Así que hoy sigue hablando de poner la otra mejilla, de no ser codicioso, de no pisar una iglesia, de ser honesto, de los derechos de los trabajadores, de las virtudes de los buenos patronos, de la belleza de la Primavera, de Antonio Machado, de Joaquín Costa, del Doctor Zhivago, del final de El tercer Hombre, de las hojas muertas, de lo guapa que es (no "era", "es") mi madre/su esposa, de las virtudes de Vilas del Turbón, del Pirineo, de la mili en Regulares, de su padre (que no pudo ir al entierro de su madre para no perder el jornal de pastor), de lo guapo que era el tío que se fue a la División Azul y está enterrado en París, de la merluza de pincho, del tomate rosa de Huesca, del barrio de El Gancho, de las gachis (sic), de sus admirados pueblos de Euskadi, del bonito en escabeche Zallo, y de, por supuesto..,
la Cima Universal de la Creación Artística:
¡va por ti, papá!