Soy, como Baudelaire, un rey en un país lluvioso, gobernante de una tierra gris, húmeda y triste, cuyas nubes se nutren de lamentos fundidos con la brisa. Un país ya viejo, distante y frío, de súbditos cansinos y lánguidos opiómanos, de horizontes lisos y regueros negros, de perros cabizbajos y sórdidos cafés. Un país oscuro y devorado por la bruma, de fuentes anegadas y mansiones azotadas por el viento, de avenidas solitarias, tapizadas de líquenes y hormigas, y cenadores invadidos por la yedra. Un país de otoño y sueño, musgoso y agotado, de quejas, bostezos y pesares mudos, de ídolos quemados y ángeles caídos.
Un país que yo suelo llamar INFIERNO.
Un país que yo suelo llamar INFIERNO.
Vicente Muñoz Álvarez,
de Marginales,
(Excodra Editorial, 2015).