Nelly Sachas


¿Acaso los sepulcros…
 
 
 
 
 
 
 
¿Acaso los sepulcros son un alto en la respiración para la nostalgia?
¿Plácidos columpios en los anillos de las estrellas?
¿La agonía en las sombras de la noche
antes de que suenen las trompetas 
llamando al despertar de las semillas 
que al pudrirse se alzaron a la vida?
¿Suavemente, suavemente,
mientras los gusanos
devoran la estrella en la niña del ojo?
 
En la fuga
qué gran recibimiento
en el camino
 
Envuelto en el velo del aire
los pies en la plegaria de la arena
que nunca podrá decir Amén
pues va de las aletas a las alas
y más allá
 
La doliente mariposa
pronto volverá a saber del mar
 
La piedra
con la huella de la mosca
se me entregó en la mano
 
Cerca de la chimenea
soporto los cambios del mundo
 
 
En todas partes, Jerusalén Oculta está en la aljaba
como una flecha dormida
y en torno del misterio el sol es ya negrura
y los Treinta y seis se encorvan en la obra del dolor[1]
  
Más aquí
está el rápido final
todo preparado para el fuego arrebatador
de la ausencia
 
Allá
en la locura
hirviendo hasta la sabiduría
la profetisa golpea con el bastón
el tesoro del alma
 
El oro que se oculta en el extravío


Hace mucho que hemos olvidado el escuchar
 
 
 
Si Él -en otro tiempo- nos hubiera plantado,
plantado como hierba  entre las dunas, en el mar que no muere, 
creceríamos en los tupidos pastos
como la lechuga de los huertos.
Aunque las cosas 
nos lleven más allá 
de Su luz, 
aunque bebamos el agua de los canalones
que se acerque a morir
a nuestra boca  eternamente sedienta,
aunque caminemos por una calle
bajo la que la tierra fue arrastrada hacia el silencio
sobre un empedrado...
no debemos vender nuestro oído,
oh, nuestro oído no debemos vender.
También en el mercado
se calcula el polvo,
y más de uno -rápidamente- salta
sobre el cordel de la nostalgia;
porque él escuchó algo,
saltó fuera del polvo
y sació su oído.
Apretad, oh, apretad -en el día de la
destrucción-
a la tierra el oído que escucha,
y escucharéis, a través del sueño
escucharéis
cómo en la muerte
la vida está volviendo a empezar.


Líneas como cabello vivo
 
 
 
 
Líneas como
cabello vivo
levantado
oscurecido en la negrura de la muerte
de mí
hacia ti.
Pescada
afuera
estoy inclinada al más allá
sedienta
de besar el fin de la lejanía.
El atardecer
arroja el trampolín
de la noche sobre el rojo
prolonga tu lengua de barro
y vacilante pongo el pié 
sobre la cuerda temblorosa de la muerte 
que nace.
 
Pero así es el amor...


Apartada espero por ti





Apartada
espero por ti
estás muy lejos de los vivos
o estás cerca

Apartada
espero por ti
pues los liberados
no deben ser cazados
por los lazos de la nostalgia
ni pueden ser ungidos
con la corona del polvo de los planetas

el amor es flor de arena
que protege entre las llamas
y nunca se consume

Apartado
él espera por ti…



 
 
 



[1] La poeta alude a los Treinta y seis Justos Ocultos del pueblo de Israel.

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