Y ahora sí (muchas horas de lectura no le quedan a 2016), estas son las obras que más profundamente han señalado mi año:
1. Patria, de Fernando Aramburu. Sacudida. Qué llantos. Me explayé sobre ella en una entrada previa, así que no me repito. (Para quien guste, aquí).
2. Malva, novela de la neerlandesa Hagar Peeters. Habla la hija de Neruda. La reseña está escrita y pronto aparecerá en Las Críticas.
3. Marina Tsvietáieva. Cualquier obra (preferentemente, todas). La producción literaria de esta poeta rusa (diarios, ensayos, teatro, epistolarios; poesía —por supuesto—) es refugio y muestra de su drama y genialidad auténtica. En algún momento del año próximo escribiré sobre ella.
Dicho lo cual: