Una familia compuesta sólo por gatos. Macedonio, el negro. Oliverio, el gris. Jorge Luis, el blanco, peludo y más viejo de todos pero también el más sabio. Alfonsina, la siamesa.
Una casa en penumbras habitada sólo por el silencio perdida en medio del bosque en donde se confunde el aroma de los árboles con el de la madera ajada del suelo.
Una ventana amplia sin cortinas para observar un cielo mucho más amplio aún sobretodo de noche en el cual las estrellas se transforman en pequeños girasoles luminosos.
Una máquina de escribir apoyada sobre una mesa cubierta por un mantel celeste con dibujos de flores amarillas con terminaciones de broderí en los bordes que sostiene una hoja sepia llena de tachaduras y algunas pocas palabras escritas, muy pocas que con suerte, guardan algún significado o sentimiento amoroso para alguien
en esta vida en este mundo.
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