Tras siete películas colaborando juntos, Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann (judío) partieron peras. Hitch le dijo a Bernnie (no tengo ni idea de si se llamaban así el uno al otro, la verdad; pero mola) que era un antiguo y que sus bandas sonoras olían a rancio. O sea, que sus maravillosas melodías y orquestaciones ya no valían para un año como 1966 (Cortina Rasgada) con todo su pop y toda su juventud alocada.
Se cabrearon y se finí.
A Herrmann todavía le dio tiempo a componer, entre otras cosas, dos bandas sonoras magistrales: Farenheit 451 y Taxi Driver. Por su parte, Hitchcock realizaría una cima más del Séptimo Arte: Frenesí. Todo esto según criterio gusano, obviously.
El caso es que la última composición de Herrmann para Hitchcock fue Marnie, la ladrona, que es una película bastante normalita que casi nadie tiene ganas de volver a ver salvo que la echen por la tele en algún momento tontorrón del día. Los pocos méritos cinematográficos de la película no la sitúan a la altura que su banda sonora se merece. Así que hoy vamos a escuchar la impresionante música que el grandísimo maestro Herrmann dejó para la posteridad. No se la pierdan. Es tremenda. 15 minutos.