Entrevista con Maurizio Medo en torno a la publicación de Habitar un país es llenar de tierra una piscina.
MM: Costa sin mar se abre desde la declaratoria: miro esas películas con de niro joven resultan más demoledoras que cualquier espejo. ¿Estamos ante cierto tipo de escritura que pareciera ser la de un “observador” –en el sentido general del término- quien hoy ocupa el lugar, para mí idealizado del viejo lector?
JP: Un testigo. Una persona que graba con su celular a alguien que se resbala o un cumpleaños o la revolución árabe. En mi caso tiene que ver con la apropiación. Este procedimiento fue natural para mí desde pequeño, veía un programa sobre animales y en mi cuaderno escribía detalles sobre la migración aves imaginarias. Soy fanático de los documentales. Mis libros pueden ser leídos desde ese ángulo: Adiós a Croacia: una película sobre los Balcanes, Costa sin mar: un acercamiento a un adicto a la televisión, La belleza son los aeropuertos vacíos: una comedia romántica realista, Vallas de publicidad, un remix Moore, Desglace, una especie de Sugar Man latinoamericano.
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