No todas hieren, de Jacob Iglesias
ESCRITO EN LA ARENA
Escribo sabiendo que nada mío
me sobrevivirá. Escribo a lápiz,
con tiza en las paredes
o con un dedo en la arena.
Dejo al aire mis palabras
como el pájaro sin nombre
deja su canto.
Quizá las arrastre el viento,
quizá alguien las recoja un día
y le acompañen.
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MALENTENDIDO
No existe aquello que ambicionabas.
Solo es cierta el ansia nunca apaciguada
de buscarlo y rozarlo y jamás poseerlo.
Nunca vivirás ninguna de esas existencias
que solo te esforzaste en imaginar,
aunque las recuerdas con todo detalle,
como si ya las diera por vividas.
Asume el malentendido. Atrinchérate
en los placeres que te diste
para hacer soportable la espera.
Y agradece, sin euforia, las migajas
de alegría que descubres cada jornada.
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NUESTRO TIEMPO
Nos parece mentira, pero sí, hubo
un tiempo sin nosotros, años y años
en los que ni siquiera fuimos sueño
de cuerpos reposando tras amarse.
Aunque jamás lo hayamos meditado,
pudo haber una vida sin nosotros.
Tú en otros brazos, yo en otra mirada,
o solos por la calle y sin buscarnos.
Aunque lo rechacemos, habrá un tiempo
sin nosotros, durmiendo nuestra muerte
sin despertar, ni besos, ni caricias.
De las miles de vidas que pudimos
haber sido, logramos el prodigio
de desayunar juntos los domingos.
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UN AMBICIOSO PLAN
Tengo un ambicioso plan, consiste en sobrevivir
Nacho Vegas
Hay quienes ambicionan ganar
y quienes buscan en la derrota
su desdeñosa victoria.
Otros, sin afán, sobrevivimos.
Dejamos pasar todas las oportunidades,
huimos de las rutas desconocidas,
a toda fantasía dijimos que no
antes de que nos arañaran las dudas.
No habléis de resignación si aspiramos
a contemplar el paso de las estaciones,
despertar junto al mismo cuerpo cada mañana
o no tener que enterrar a nuestros hijos.
Ese es nuestro ambicioso plan,
nuestra forma discreta de acabar como todos.
[La Penúltima Editorial]