La libertad de los grandes escritores

Hace ya algunos meses publiqué las cualidades que debe tener un escritor  según Vila-Matas, que aludía a que el único requisito indispensable era escribir. Esto puede parecer nímio, pero sí, señores, a escribir se aprende escribiendo. El caso es que hace poco he topado con otra frase de estas literarias sobre el oficio que a una le hacen pensar.

Corresponde al escritor Eloy Tizón, y aparece en el prólogo del libro El arte de la ficción Un libro indispensable para los que quieren embarcarse en el sufrido arte de la escritura y la crítica literaria. La obra, escrita por David Lodge en 1992, conforma un estracto de novelas relevantes de la literatura, en las que se embarca en temas tales como el punto de vista, el flujo de conciencia, la sorpresa, las repeticiones, el título o las casualidades. 


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Los buenos escritores no son buenos por acatar dócilmente los dogmas, es evidente, sino por la extrema libertad que se conceden a sí mismos a la hora de ponerlos en entredicho o quebrarlos. La historia de la literatura está hecha de excepciones antes que de mandamientos. Los grandes narradores suelen ser grandes infractores, grandes desobedientes (...) Las obras maestras no son, como algunos piensan, camisas de fuerza, sino milagros que desafían la ley de la gravedad. Eloy Tizón en El arte de la ficción.

Esto ya ha pasado a lo largo de la historia. Genios que han desafiado las normas establecidas de su presente. Ha ocurrido en el Arte con Caravagio o Vincent van Gogh. Y en la Literatura no podía ser menos. Escritores que se han sentido realmente libres tanto en la forma como en el contenido.  

Julio Verne se quedó a gusto al escribir sobre toda clase de inventos variopintos (helicóptero, submarino, etc.). Ray Bradbury quiso que el lector pensase por él mismo qué podía ocurrir con ciertas acciones llevadas a la práctica. Stanislaw Lem, maestro de la ciencia ficción, plasmó la inteligencia artificial en sus novelas de medidados del siglo XX. Kafka escribió sobre una amable cucaracha, en la que muchos políticos se convertirán a finales de la década (quién sabe, podría ser real).

¡Desobedece las normas establecidas! ¿Que te apetece escribir una novela de la Guerra Civil Española? Pues la escribes. ¿Que te apetece que sea de romanos? Pues adelante. No, venga, ahora en serio. Escribe temas que no sean de actualidad, relatos que te llenen aunque no sean comerciales, textos que a uno le hagan pensar, pues mira, uy, esto no va a triunfar, es un tochaco infumable (sin imitar a Tolkien, por favor), y a los años seas el número uno de los más vendidos. ¡Desafía la ley de la gravedad! 

Y tú, ¿conoces a otros escritores que se encuentren o se hayan encontrado en esta tesitura?

Escrito por María Bravo

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