Saber que podemos bailar enredados hasta el amanecer sin sentir culpa o bebernos todo el whisky perdiendo la compostura con cierta elegancia, mientras ella fuma sus cigarrillos con boquilla y yo hundo mis manos dentro de su falda que por lo general es oscura.
Charlie Parker o John Coltrane en pantalla gigante. El suelo a cuadros blanco y negro simulando un tablero de damas. El aroma a pasado en un presente tan moderno a pasos de un futuro extremo frente a nuestras narices. A pesar de todo sonreímos. A pesar de sus veintitrés años y mis cuarenta y cinco.
Todo eso y ella me gustan. Demasiado.
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