AFRODITA
Solo la ama un minuto al día. El resto del tiempo la desprecia.
Desprecia su boca caída, su pelo sin gracia, sus ojos siempre apagados, su piel mustia y desvaída, su figura encogida. Cada día, él espera hasta que el sol se pone; ese último rayo moribundo la ilumina con la luz justa, la luz perfecta, la luz que cincela sus rasgos y realza sus colores y la convierte en una diosa.
MAGIA NEGRA
Ella, bruja enamorada, le conjuró un hechizo: que ella fuera la única mujer en que se posara su mirada.
Él, hechizero enamorado, le lanzó un encantamiento: que los ojos de todo hombre solo vieran en ella una repulsiva fealdad.
Fueron infelices toda su vida.
ME QUIERE, NO ME QUIERE
—¡Mira, una margarita!
Ella se agacha y corta el tallo con delicadeza. Le tiende la flor con una sonrisa pícara.
—Yo ya sé la respuesta. ¿Quieres comprobarla?
Él comienza a arrancar los pétalos uno a uno. «La eviscero, le meto un hierro candente por el coño, le corto los brazos con un serrucho, le doy de hostias con la cabeza contra el suelo…»
—¡Mira, una margarita!
Ella se agacha y corta el tallo con delicadeza. Le tiende la flor con una sonrisa pícara.
—Yo ya sé la respuesta. ¿Quieres comprobarla?
Él comienza a arrancar los pétalos uno a uno. «La eviscero, le meto un hierro candente por el coño, le corto los brazos con un serrucho, le doy de hostias con la cabeza contra el suelo…»
EL MAL
Él era una eminencia. Especialista en estrés postraumático, por su consulta desfilaban historias de tortura, secuestro, violación… y todas las trataba con éxito.
Ella había pasado por un infierno; era uno de los casos más dramáticos a los que se había enfrentado. Tras un proceso largo y complejo, ella se recuperó; al cabo de unos meses, se casaron.
Un año después, ella se quitó la vida. Ya no podía recurrir a nadie para que la sacara de su nuevo infierno.
Ana Grandal, de Te amo, destrúyeme (Amargord Ediciones, 2015).
https://teamodestruyeme.wordpress.com/
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