a Raúl Núñez
con preguntas sin respuesta siente
el sonido salvaje de los lápices
arañar la piel del mundo,
desde el fondo de su vaso de whisky
aúlla a un Dios hermano de copas,
porque la soledad espanta tanto
como las trampas del amor,
y se necesitan muchos huevos
para acertar a las estrellas
y no derramar sueños sobre copas vacías,
y, total,
para obtener como premio el silencio
de un ratón yonqui que quedará
para siempre crucificado
en la solapa de tu corazón.
Joaquín Piqueras