LA PISTOLA
En mi vida había visto una pistola tan de cerca. Jamás hasta entonces había imaginado que la madre de la mejor amiga de mi hija pudiera llevarla. Lo descubrí un día en una reunión de padres en el colegio cuando la casualidad hizo que ella llegara tarde y se sentara sin pensarlo en el mismo pupitre que yo. Me sentí ridículo de pronto allí sentado, mirando de reojo cómo la pistola asomaba debajo de su chaqueta. Estaba asegurada en una cartuchera de cuero negro al amparo de un sobaco que yo imaginaba depilado y suave . Se percató entonces de mi mirada desconfiada y para tranquilizarme posó disimuladamente sobre su muslo embutido en un prieto vaquero una placa de policía secreta. Sonrió para justificarse, lo que valió para que no pudiera negarse a la invitación de nuestro primer café.