Por supuesto, el día 25 de diciembre de 2016 yo no voy a ir a votar. La primera vez fui porque tocaba, la segunda, porque vale, era una situación nueva, y puede colar. La tercera, categóricamente no, porque es una tomadura de pelo a mí, como ciudadano -porque yo soy un ciudadano, no “el Pueblo” como se empeñan algunos en llamarme-. A los partidos políticos se les ha especificado en dos ocasiones lo que el ciudadano desea, es decir, una profundización en el concepto de democracia, o sea, negociación. En una negociación nadie queda contento -esa es su esencia- porque todos deben ceder, y ahí está la madre del cordero: el viejo “tesis, antítesis: síntesis”. ¿El mal menor?, quizás, pero lo que resulta cierto es que si le tocase repetir a un partido salpicado por la corrupción, como es el PP, también lo es que Ciudadanos ha puesto de su parte para comenzar a cambiar cosas. Una vez que la izquierda se ha mostrado incapaz de aportar nuevas líneas de componendas, el PSOE debería situarse en la línea de Ciudadanos y ofrecer su anuencia a cambio de contrapartidas razonables, hay una legión aguardando por una apuesta de sentido común: reforma de la ley electoral, educación, Seguridad Social, I+D, cultura… Nos hallamos en un momento en que si las diferentes fuerzas no son capaces de apelar al consenso, España va camino de convertirse en un lazareto sin futuro, y más teniendo en cuenta el bajísimo porcentaje de natalidad. En caso de que no se produzca un arrebato de cordura, ya les digo, un servidor se va de vacaciones sin un atisbo de arrepentimiento por no depositar la papeleta -que he introducido religiosamente casi siempre-, y con la esperanza de que el abstencionismo se sitúe en el 50%, a ver si por una vez toman en serio al ciudadano. Hubiera o no abstención, lo que sí considero es que los principales actores de los partidos políticos deberían plantearse dar un paso atrás y dejar avanzar a nuevos figurantes, porque a mí, como ciudadano, ya no me interesa tanto la ideología como que me resuelvan los problemas. Porque en cualquier oficio, si no trabajas, te echan. Porque ahora, a los restaurantes, voy a pagar por buena materia prima, no por ver la decoración.