Abrimos nuestra reseña sobre el manifiesto de Frédéric Pajak con una cita también incierta, por lo que tiene de paradójico viniendo de quien viene:
Resulta curioso que las palabras parezcan una necesidad, un consuelo, al mismo tiempo que encarnan una equivocación, un desliz, una fuente de incomprensión. Me dejan perplejo y consternado la desenvoltura oratoria, esas bocas llenas de sí mismas, esas voces que lucen, que proclaman alto y claro su permanencia a la “realidad” -quiero decir a la autoridad-. Naturalmente, ante ese vasto ruido demasiado bien ordenado se abren abismos, y no me creo ni una palabra. Creo en el balbuceo, en la palabra hecha añicos entre sus zarzas y su maleza. Creo en una verdad total y absoluta, y perfectamente inefable.
Se queja Pajak de la oratoria, pero él escribe, con palabras, como un torrente que fluye vertiginoso y cristalino, y con imágenes, en un claroscuro expresionista que dibuja la vida de poesía. Hablamos de su libro, de Walter Benjamin, de Samuel Beckett y de muchas otras cosas en: "Manifiesto incierto, de Frédéric Pajak. Ensayo de una vida dibujada".