observar, disfrutar del paisaje
y decir que no has estado allí,
pero llevas en tu chaqueta
una brizna de hierba que te delata,
el aroma a flores frescas
y el olor de la pólvora.
El efluvio del sudor en los cuerpos
y el de la tierra mojada.
Quieres tocar sin dejar huellas,
cardenales en mis brazos.
Ahogar los gritos
más allá de las paredes
y silenciar los disparos
que traspasarán la diana.
Quieres estar en todo momento
pero que no te salpiquen
reproches ni posibles dudas.
Quieres pisar charcos febrilmente
sin mancharte los zapatos.