los mares, puertos y tornados que quedan atrás, como si hubiera navegado ya mil años, y las algas, caracolas y sargazos que llevo incrustados, como fuego de San Telmo, en mi corazón, remolinos y galernas, tormentas y huracanes, faros que se encienden y apagan en la niebla, y tantos, tantos naufragios... todo eso pegado a mi embarcación, costra pura de mí, y las olas estallando estrepitosamente contra mis mástiles, en mi proa y mi popa, la vida como un vasto y tenebroso océano y la sangre, al ritmo de las mareas, yendo y viniendo, viniendo y yendo...
Vicente Muñoz Álvarez