LOVECRAFT NUNCA ESTUVO ALLÍ por EVA GARCÍA FORNET



En una cabaña con el techo de abedul y pasto al lado del puente de Hardanger vive un viejo poeta. No sabe recitar ni ha ganado nunca un concurso. Les recita sus poemas a los turistas que aparcan en el arcén para sacar una foto panorámica a la modernidad del puente. Los turistas extranjeros no entienden nada porque habla en el dialecto del fiordo pero como aquello les suena exótico y el viejo lleva una gorra de capitán y un collar hecho de runas se ríen y se hacen fotos con él. Da recitales cada día, bien a los turistas o al puente o a los peces sonámbulos del fondo. El ritmo del verso lo marca el bip bip regular de las ruedas de los coches pasando una y otra vez sobre las chapas metálicas del gigantesco puente. Antes lo marcaban las tormentas o el chapoteo de las barcazas. Nunca publicó nada ni lo invitaron a ningún recital porque los poetas locales decían que olía demasiado a aquavit y a pescado y además maldecía en la lengua antigua y hacía hechizos con esqueletos de animales en los cementerios cuesta arriba, tan verticales que parece que los muertos están de pie esperando la lluvia . A él le da igual, los maldice a ellos y al puente y sobre todo a los seres que viven en el fondo. Una noche tras otra se elevan desde las aguas sobre las brumas y llaman a la puerta de su cabaña con sus brazos de algas y sus ojos llenos de luz. Él descorre el cerrojo de la pesada puerta y les corta las cabezas con la guadaña, arrojándolas con rabia al agua una y otra vez. Cada noche salva al mundo y nadie lo sabe.

Eva García Fornet


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