No hay miedo.
En la inmensidad del mar no existe el miedo. La muerte en el mar, como mal mayor, pende de las variantes, de la probabilidad y la casuística.
No saber nadar es un mal menor en tales casos.
Siempre me pregunto si el miedo por el bienestar ajeno no es una forma egoísta de temor por lo que puede sentir uno ante el devenir.
Reitero, el temor por los propios sentimientos.
Más que por la catástrofe.
O el defenestrado.
Que la muerte me alcance viajando.
Y me va a alcanzar, como a todos.
Qué probable es que abracen mi cuerpo muerto con más intensidad que vivo.
Y qué descorazonador.
No saber nadar es un mal menor en tales casos.
Siempre me pregunto si el miedo por el bienestar ajeno no es una forma egoísta de temor por lo que puede sentir uno ante el devenir.
Reitero, el temor por los propios sentimientos.
Más que por la catástrofe.
O el defenestrado.
Que la muerte me alcance viajando.
Y me va a alcanzar, como a todos.
Qué probable es que abracen mi cuerpo muerto con más intensidad que vivo.
Y qué descorazonador.
Mario Quintana