Gabriel Oca Fidalgo Escritor
«El que más vocea suele ser el que no tiene ni puta idea»
Lugar: Bar Belmondo, León
Hora: 21.30.
ALEJANDRO RODRÍGUEZ | DIARIO DE LEÓN
«En sus páginas te esperan, montados en el buga, la puerta abierta, ¿entras?» Así es como quiere llamar la atención del lector el escritor leonés Gabriel Oca Fidalgo en la contraportada de su nueva novela. Tras sus primeras obras autobiográficas —La carretera muerta en 2008 y Ansiedad. Vida de un yonqui en 2014—, presenta hoy su primera novela de ficción, Una novela quinqui. Lo hará a las 21.30 en el bar Belmondo y durante el acto le acompañará el narrador y poeta leonés Vicente Muñoz, al que le une una gran amistad.
—En esencia, ¿sobre qué trata su nueva novela?
—El título lo expresa, y en la contraportada viene el argumento: quinquis, droga, los años ochenta, la heroína, la madera, la música y un taco de etcéteras. Denuncia social también creo que le llaman... Relato en primera persona, aunque siempre se deja caer algo de lo que pueden llamar moralina, pero la mía, claro. El narrador equisciente y todo eso...
—¿Por qué razones elegiste ese título en concreto?
—La verdad es que la novela estaba prácticamente acabada y no tenía título todavía, puedes creerlo. Así que después de mucho tira y afloja se quedó en eso. En principio iba a titularla Quinqui a secas. Finalmente quedó en Una novela quinqui.
—¿La novela guarda algún tipo de relación con León o tiene algo que ver con la ciudad?
—Se hace alguna referencia a León, y queda visible el viaje a Madrid. Pero la ciudad es lo de menos... Más grande o más pequeña, en todas las ollas se cuece con los mismos ingredientes. Pasa que Madrid, Barcelona, Bilbao y las grandes capitales se llevaron la palma, pero el caldo de cultivo estaba en todas por pequeñas que fueran, la heroína, la delincuencia, la madera... Yo doy mi opinión en el libro, luego cada cual puede pensar lo que quiera, hacer debates televisivos y toda la pesca, en los que por regla general el que más opina y el que más vocea suele ser siempre el que no tiene ni puta idea.
—¿Qué intenta hacer llegar al lector con esta novela?
—En principio nada. Es la primera novela que escribo como tal, las dos anteriores eran autobiográficas. Esta es novela de ficción. Así que en principio solo era eso. Escribir una novela. ¿El tema? ¡Pues el que conozco! El mundo en el que me he desenvuelto, recordar todo aquello, lo que fueron los años ochenta la nostalgia de aquella época por un lado, y por el otro poner sobre la mesa ciertos datos, no denuncia en sí misma, solo volver a recordarlo. Que los que la vivieron se sumerjan en ella, y los que no lo hicieron tengan una referencia.
—¿Va destinada a un público objetivo, específico?
—Va dirigida a todo el que se acerque a ella. En esta plaza ya está todo el pescado vendido. Ya se sabe la tirada que pueden tener estos libros. La novela, mi estilo, tiene un vocabulario concreto, escribo como hablo, y mucho argot, jerga de ahora y jerga de entonces. Yo, por ejemplo, no leería las memorias de Aznar, por más que me guste la autobiografía, o el género epistolar de Escrivá de Balaguer, si es que lo tiene, por poner un ejemplo... Pasa que el que vivió lo que yo viví, el que lo entiende todo todito, ese es más difícil que se acerque, algunos porque no están vivos y otros porque el anuncio no les llegue. De todos modos, y como digo, está abierta a todo el público, no hay nada enrevesado ni mensaje oculto entre líneas.
—¿Tiene relación con sus libros anteriores?
—Mis dos anteriores novelas son autobiográficas. Ésta, como digo, es una novela de ficción, con argumento, nudo y desenlace. El tema, eso sí, es el mismo, lo que he vivido, la nostalgia de esos años. Dejando a un lado, o al menos así lo pienso, que en toda autobiografía se puede adornar o fabular, y que en toda obra de ficción puedes meter algo realmente tuyo o reflejar un álter ego o arquetipo. Pero novelas de ficción, al fin y al cabo. Es mi primera novela con casi cuatrocientas páginas. Estoy muy orgulloso de ella, del trabajo, y te aseguro que es algo que no suele sucederme.
—En la presentación que llevará a cabo esta tarde en el bar Belmondo le acompañará el poeta Vicente Muñoz Álvarez. ¿Por qué esa decisión?
—Vicente ya me acompañó en la factura de las otras dos... Hace dos años, un 25 de julio, ya presentaba también en el Belmondo con él de maestro armero. Pero eso es lo de menos... Vicente tiene mucho que ver en todo lo que he escrito, en que siga haciéndolo. Fue él el que me puso en contacto con Eclipsados en su día para sacar La Carretera, y fue él el que me puso en contacto con Lupercalia para sacar Ansiedad. Con Ricardo, el editor de Lupercalia, la relación ha sido más fructífera. Después de editar Ansiedad le pasé el borrador de ésta, me dio el visto bueno y ha sido en estos dos años en los que la he dejado cerrada. Pero siempre diré que fue Vicente Muñoz el que me dio la confianza suficiente para seguir adelante y que no lo dejase.
—Cualquier persona que quiera leer tu libro, ¿dónde puede conseguirlo?
— En Ediciones Lupercalia. La página en Internet es genial, ahí te detalla los puntos de venta y las librerías en las diferentes ciudades del territorio. Que yo sepa la tiene de continuo Elektra Cómic y las librerías Artemis y Alejandría también. Pero lo mejor sería que el que la quiera venga hoy que así se la firmo.