Caballo de Troya.
Me costó llegar a una zona de bosque desprovista, por unas horas, de gente y bicicletas. No contaba, sin embargo, con la invasión de pokémones. Este cazaba personas (algunos lo hacen; ellos son así).
Me lo traje para casa. Como pokemon es raro. No habla, no se transforma, no vive en una bolita. Tiene rostro de Lispector y el cuerpo tatuado (por dentro). Gusta de dar parte pertinente y preciso de fechas, lugares y horas. Cuenta una historia sobre el mundo literario (un asunto humano).
Los pokémones tienen su sensibilidad y su lado creativo, pero por ahora no leen ni escriben libros. Alguien tendrá que enseñarles (en el futuro). Según supe, los tatuajes (tinta negra, letra legible) corrieron a cargo de Braulio Ortiz Poole, periodista y escritor sevillano. El trabajo le ha salido pokemobién.