La Guerra Civil Española...
"Up the Republic!". Samuel Beckett.
"El apoyo de la izquierda intelectual a la República es un lujo de una banda de diletantes con el cerebro reblandecido". Ezra Pound.
La Guerra Civil Española es un trágico período de la Historia del siglo XX que, para el que esto escribe, resulta tan apasionante como la WWII. Pese a ello, los lectores habituales del blog saben que apenas hablo sobre nuestra guerra civil. Los motivos principales son dos. Ambos exponentes claros de mis carencias intelectuales y de mi falta de temperamento.
En primer lugar, cualquier comentario sobre aquellos tres dramáticos años sigue levantando ampollas y las réplicas a los posts pueden llegar a ser demasiado apasionadas, especialmente desde que parece haber, de nuevo, dos españas: la mitad partidaria de desenterrar la memoria histórica y la otra mitad partidaria de enterrarla para siempre. Reconozco que esto me produce algo de flojera a la hora de meterme en jardines guerra-civilísticos, unos parajes en los que los conceptos "buenos" y "malos" son, menos que nunca, 100% aplicables.
En primer lugar, cualquier comentario sobre aquellos tres dramáticos años sigue levantando ampollas y las réplicas a los posts pueden llegar a ser demasiado apasionadas, especialmente desde que parece haber, de nuevo, dos españas: la mitad partidaria de desenterrar la memoria histórica y la otra mitad partidaria de enterrarla para siempre. Reconozco que esto me produce algo de flojera a la hora de meterme en jardines guerra-civilísticos, unos parajes en los que los conceptos "buenos" y "malos" son, menos que nunca, 100% aplicables.
Pero la razón principal para no escribir sobre nuestra guerra fratricida es que es, para mí, un conflicto extremadamente complejo con, todavía hoy, demasiadas cuestiones sin respuesta. Uno puede pasarse media vida dando vueltas dentro del (por empezar por algún lado) laberíntico bando republicano (el que a priori más me interesa) intentando entender qué pasó con y dentro del Frente Popular, del Frente de Izquierdas de Cataluña, con los anarquistas, los comisarios soviéticos, el oro de Moscú, Negrín, Largo Caballero, Azaña, Indalecio Prieto, Companys y etc, etc, etc, para acabar medio loco sin haber entendido del todo por qué los anarquistas y los comunistas se mataban en las calles de Barcelona mientras los fascistas españoles, alemanes e italianos iban ganando la guerra (por citar un ejemplo bastante conocido). 80 años después todavía no sabemos con seguridad quién ordenó matar a Lorca, a Andreu Nin o quién mató a Durruti o si las muertes de Sanjurjo y Mola fueron o no accidentales. Y estamos hablando de algunos de los personajes más célebres de la contienda.., no me puedo ni imaginar cuántas arbitrariedares llenan las fosas comunes de las cunetas y los barrancos de nuestro país.
En fin.
De todas formas hay un episodio de la Guerra Civil Española que yo creo que a todo hijo de vecino interesa, sorprende y ante el que cualquiera, con dos dedos de frente, se quita el sombrero: los voluntarios extranjeros que vinieron a España a combatir el fascismo de Franco, Hitler y Mussolini más los que vinieron a combatir el peligro del comunismo estalinista de la URSS. Los dos bandos pueden enorgullecerse en lo que a entusiasmo (¿fanatismo?) de sus voluntarios combatientes se refiere. Sin embargo, es justo reconocer que el bando republicano fue el que más adhesiones recibió desde la intelectualidad europea y norteamericana.
George Orwell es, posiblemente, el brigadista más célebre de los que combatieron en España (Malraux no fue brigadista). Su libro Homenaje a Cataluña es estupendo y una de las referencias literarias obligadas para entender de qué iba la Guerra Civil. Pero hoy vamos a homenajear y recordar a todas las víctimas de nuestra guerra civil con una poesía de uno de los muchos extranjeros que dejaron su vida en nuestro país.
A John Cornford lo mataron en la batalla de Lopera cuando contaba con 21 años recién cumplidos. Los fascistas dicen que fueron los comunistas (Cornford era del POUM, partido marxista rival del comunismo estalinista), pero este punto no ha sido demostrado y la afirmación se basa en una supuesta confesión de la madre de Cornford a un historiador británico. La izquierda sostiene que murió intentando rescatar a su buen amigo Ralph Fox, otro escritor inglés muerto en España.
El caso es que el cuerpo de este bisnieto de Darwin quedó tendido para siempre sobre las secas tierras de Jaén tras un chapucero ataque de la brigada XIV a la que pertenecía su batallón, el batallón Dumont. Cornford tiene unos cuantos poemas que rozan la propaganda, así que nosotros nos quedamos hoy con los versos de amor que le dedicaba a su novia, la escritora Margot Heinemann:
Alma del mundo desalmado,
alma mía, tu recuerdo
es el dolor que siento en mi costado,
la sombra que ensombrece cuanto veo.
Al atardecer se alza el viento
a recordarnos que el otoño viene,
yo, yo tengo miedo a perderte,
y tengo miedo a mi miedo.
Camino de Huesca, en el último tramo,
última barrera para nuestro honor,
tan tiernamente pienso en ti, mi amor,
como si tú estuvieras a mi lado.
Y si la suerte acaba con mi vida
dentro de una fosa mal cavada,
acuérdate de toda nuestra dicha;
no olvides que yo te amaba.
Alma del mundo desalmado,
alma mía, tu recuerdo
es el dolor que siento en mi costado,
la sombra que ensombrece cuanto veo.
Al atardecer se alza el viento
a recordarnos que el otoño viene,
yo, yo tengo miedo a perderte,
y tengo miedo a mi miedo.
Camino de Huesca, en el último tramo,
última barrera para nuestro honor,
tan tiernamente pienso en ti, mi amor,
como si tú estuvieras a mi lado.
Y si la suerte acaba con mi vida
dentro de una fosa mal cavada,
acuérdate de toda nuestra dicha;
no olvides que yo te amaba.