Amarte se parece al olvido.
A la imprecisión de no poder
dibujar la noche.
A la terca necesidad de atrapar
Una nube que se te parece y que ya no.
Esa reconstrucción que crece
a la velocidad del hongo
en mis horas muertas,
que las anega de ese cuerpo
que eras conmigo.
Pero volver
es volver siempre a mí.
A ese impotente estado
que se enrabia con la imaginación
al repetir una y otra vez la negligencia
de no rehacer con maestría
ni el silencio, ni la piel que roza,
ni los labios, ni el olor, ni las manos,
por permitir que la imagen se pixele
y se pixele de tanto recuerdo.
es volver siempre a mí.
A ese impotente estado
que se enrabia con la imaginación
al repetir una y otra vez la negligencia
de no rehacer con maestría
ni el silencio, ni la piel que roza,
ni los labios, ni el olor, ni las manos,
por permitir que la imagen se pixele
y se pixele de tanto recuerdo.