Pues no, no he seguido el consejo de Oscar Wilde, que decía que nunca leía los libros que debía criticar para no sufrir su influencia. He sido muy imprudente. He leído el libro y me he dejado influir por él. Y debo decir que me ha gustado. Es más: lo único que no me ha gustado es lo que no sale en el libro, lo que falta. ¿Qué pasó entre 1936 y 1948? Pues muchas cosas, desde luego, y casi todas muy malas (algunas verdaderamente terribles, como la muerte de su mujer en la Guerra Civil, y otras muy penosas, como la pelea con Neruda y Diego Rivera y el intento de expulsarlo de México). Pero de todo esto no hay ni una sola carta en el libro. Nada de nada. Desde esa extraña postal a Juan Ramón Jiménez, en agosto del 36, hasta otra postal, esta vez con Juan Gil-Albert como destinatario, no tenemos nada que nos permita saber cómo se las apañó Ramón Gaya. Y llegado a este punto del libro, uno ya está tan metido en su vida y sus cartas que de repente se queda desconcertado, decepcionado, muy preocupado. Por suerte los editores del libro han introducido una gran cantidad de notas y comentarios a pie de página, además de reseñas y recortes de artículos de periódicos, fotos y otras ilustraciones, hasta poemas de Gaya (porque Gaya además de pintor era escritor) y toda esa información nos va contando lo que las cartas no cuentan, y va rellenando las grandes lagunas con las que tropezamos imprevistamente.
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