hay cosas que, por lo espectacular y terapéutico de su simbología, como los prodigios de antaño, hay necesariamente que compartir y contar: ayer por la noche, sobre las colinas oníricas de Playa de Vega, en el horizonte hirviendo como una balsa de mercurio el mar, atravesando senderos umbrosos, casas abandonadas de indianos y cementerios victorianos, después de tomar unas sidras con un amigo en la terraza de un bar, cientos de luciérnagas iluminando el camino regreso a la playa, tantas quizás como estrellas, pensé, arriba o abajo, dónde está el cielo, el milagro y la rosa, el grial y la perla, el norte y el mar...
Vicente Muñoz Álvarez