Junto a esas otras dos joyas del cine de horror italiano que son El cuerpo y el látigo (1963) y Operazione Paura (1966), La máscara del demonio (1960) compone una especie de trilogía gótica salida del sombrero de copa del mago Mario Bava, de lo mejor, sin duda, que se ha rodado sobre el género.
Distanciándose ostensiblemente de las producciones inglesas de la Hammer y norteamericanas de Roger Corman, Bava facturó en la década de los sesenta estos tres fantásticos homenajes a la literatura gótica, cada uno insuperable en su estilo, que fueron determinantes para la evolución posterior del género y figuran en las mejores compilaciones de cine de terror de la historia.
La máscara del demonio, inspirada en un relato de Nikolái Gógol (El viyi) y rodada en un fantasmagórico blanco y negro, nos sumerge en una siniestra trama de brujería y posesiones satánicas, donde no faltan criptas y aparecidos, conjuros y maldiciones, pasiones desenfrenadas y venganzas de ultratumba, todo muy del gusto de los escritores románticos a los que homenajea.
Guión, banda sonora, fotografía, puesta en escena y la sin par Barbara Steele (a la que esta película convertiría en musa indiscutible del género), todo contribuye a recrear esa atmósfera de horror atávico y primigenio que destila cada una de sus secuencias.
Obra Maestra en Mayúsculas.
Vicente Muñoz Álvarez
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