Es el notario de Madrid que mejor combina el whisky con el derecho civil. Amigo de la familia de toda la vida, colaborador profesional en el negocio y mi compañero de mesa favorito en las aburridas comidas de los domingos. Casado y divorciado tantas veces que se jacta de dejar en evidencia a Elisabeth Taylor. Padre de cinco hijos repartidos por varios apellidos. “Me encanta complicarle la vida al que quiera montar mi árbol genealógico”, presume a carcajadas. Siempre confesó que eligió ser notario por dinero. “Que me toque la lotería es imposible, ¿no?”, dice a menudo, “pues lo más parecido a eso debe ser una notaría en el barrio de Salamanca”. Dicho y hecho.