¿Qué hacemos con los libros malos?


Vamos a reconocerlo. Los libros son como las personas, tenemos ganas de defenestrar un libro malo al igual que a ese compañero al que no tragamos. Sí, los libros malos existen, aunque sería demasiado cruel crear una revista o una web con libros pésimos, malos, horribles, bochornosamente calamitosos. Vale, pero, ¿si no podemos desahogarnos en el mundo digital, cómo combatimos esas ansias de venganza?, ¿qué hacemos con el libro en cuestión?

En casa ocupan espacio y existen prejuicios a la hora de tirar un novela, así, sin más. Por ejemplo, si dejas El Quijote junto al contenedor de papel puede que quien te esté observando piense que deberías ir a un gulag de cabeza. Igual ya detestas los libros de autoayuda que en su día estuvieron tan de moda, o aborreces los de nuestro "amigo" Coelho. Solo ocupan espacio, espacio, espacio.

Donde anidan las palabras. Libro intervenido. Ejemplar único


Hay que huir de los libros malos: ocupan nuestro espacio, nuestro tiempo, el esfuerzo y la mente, ¡son unos parásitos! No merece la pena perder energías con ellos. Luego es muy difícil echar un libro de tu casa, te lo digo yo, que soy librera. Fíjate que aquí solo vuelven después de que se han muerto sus amos. Y eso no es lo peor. Antes los libros les han ido ahogando, han estrechado las paredes de sus casas, han ocupado todos los huecos, han llenado su aire de polvo. ¿Te puedes imaginar algo más triste que viajar con los ojos agarrados a letra impresa, sin fijarte en tus compañeros de vagón, en el paisaje que hay detrás de las ventanillas? Estos libros les han servido a sus dueños de anteojeras, ¿y tú crees que eso es bueno? ¿Tú sabes lo que tarda la mente en eliminar ese tóxico? Mírame a mí. Yo ya estoy perdida. Soy un caso de envenenamiento patológico*.


Y bien, la pregunta es, ¿tú qué haces con los libros malos? ¿Reciclarlos?, ¿guarecer a familias de insectos voladores sedientos de papel?, ¿donarlos? ¿quemarlos? Sí, quemarlos. ¿Sabías que hay fábricas de papel que se dedican a su destrucción y que a las editoriales les sale más rentable esto que saldarlos? Venga, piénsalo, ¿no tienes una guía de camping del 93 en tu estantería o Campos de amor eterno (de un autor nisu) en una edición del 76 y en un papel que se desintegra al tacto?, ¿quién querría esos ejemplares? 

¡Confiesa! Porque en la literatura no todo vale. 

 
*Jerjes conquista el mar, de Óscar Esquivias (III Premio Arte Joven de Novela de la Comunidad de Madrid).

Escrito por María Bravo

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