Vuelve. Haré un mapa de mí. Falsearé algunos datos y algunos acantilados, cicatrices de niña que nada tienen que ver con las de mujer, los sietes en el alma no suturan ni dejan bella marca/travesura que mostrar. Y así tramaré la colisión por alcance. Sendero de saliva por tu sexo para encontrarnos. Túneles que se regalan oscuridad. Y todo el frescor que traen los perdedores, bajo tierra, entre las manos, sucios pero libres. Obscena perra de Paulov que te aprende. Ensayo y error. Ensayo el error. Y me sale perfecto. Cuando nos arrancamos el uno del otro. Yo la tierra, tú el tallo, raíz-veneno, peyote de mis sueños, cuando soy una demonia a la que le han raptado el alma y no me importa porque la tienes tú. El idioma terrible del amor. Ese de ojos que se miran y sexos que se enfrentan. Ese de fluidos. Líquidas noches. Ese de esporas en el alma y esquejes que le nacen al dolor. Dolor, parturienta tenebrosa que nunca aborta. Qué hago yo con el dolor. Me lo jalo, lo digiero. Hago de él manto y me cubro las vergüenzas que no tengo. Miro a otro lado y me dejo en hemorragia en la habitación. Quería llevarme el suelo, las sábanas, el espejo y la pared. Quería llevarme la calle y el momento. Mentira. Quería llevarte a ti. Edúcame. No puedo hacer eso. Llévate la noche, perra. Llévate el temblor. En tu esternón está el requiebro, el grito y el huracán. Úsalo. Úntatelo entre las piernas sin mesura. Qué encierras en tus ojos? En qué lado de la cama duermes? Te abrazas?
Acribillada por ti soy tan feliz.