A. Monterroso: Cuentos

Augusto Monterroso: Cuentos.
Alianza Editorial.

«Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea». 'Fecundidad'.

Esta microcrítica no es una cita (ni tampoco una pipa). No sé bien qué pretende salvo honrar a Monterroso, maestro relatero de cepa impura como todo genio creador. Desde allá en sus Américas, produjo una cuentística modelo —rompiendo modelos—. Su don para lo breve innovó a diestra y siniestra, boxeando con gracia y determinación.

Cuentos reúne treinta y un relatos procedentes de obras anteriores de Monterroso: Obras completas, Movimiento perpetuo y La palabra mágica. Es difícil no maravillarse al ver en ellos una muestra de casi todo lo que la narrativa breve (y micro) trajo después.

El último texto, de carácter metaliterario, se titula 'La brevedad':
 
«Con frecuencia escucho elogiar la brevedad y, provisionalmente, yo mismo me siento feliz cuando oigo repetir que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Sin embargo, en la sátira 1, I, Horacio se pregunta, o hace como que le pregunta a Mecenas, por qué nadie está contento con su condición, y el mercader envidia al soldado y el soldado al mercader. Recuerdan, ¿verdad?

Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto.

A ese punto que en este instante me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo, que respeto y que odio».

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