Unos extractos de esta novela, que hoy recomiendo en Playtime:
¿Crees que hubo algo que hice, o podría haber hecho, te lo pregunto, algo que no hice y podría haber hecho, que podría haber hecho que te quedaras a mi lado un poco más?
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Ésta es la era del crimen. Estoy segura de que todos estamos de acuerdo. Por supuesto, también es la era de otras cosas. De las buenas oportunidades, por ejemplo, y de la pérdida de fe, o del burócrata y de la tecnología. Pero desde las cuestiones públicas más elevadas hasta los actos privados más pequeños, el atracador, el desfalcador, el ladrón, el perjuro, el evasor de impuestos, asesino, matón, espía, presidente del partido, vendedor, comisario, mecánico o técnico de televisión, autoridades del sindicato, autoridades de la corporación, el arzobispo, el que lleva los números, el delincuente, el policía; desde el callejón al parlamento, detrás de la ventana oscurecida o el escritorio; ésta es la era del crimen.
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Igual que ésta es la era del crimen, al fin y al cabo, éste es el siglo del desplazamiento. No sólo para periodistas o refugiados, sino para todos. Yo no era ni mucho menos el primer miembro de mi familia en tener motivos para temer la ley de una nación o para intentar escapar furtivamente de su jurisdicción y su policía. Pero hacía frío. Estaba sola, y estaba oscuro. Pensé que me había perdido y entonces miré el nivel de gasolina. Un cuarto de depósito. Tendría que buscar gasolineras, y no recordaba haber pasado ninguna abierta. En la autopista a Dublín, seguramente, habría una. Si es que encontraba la autopista.
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Dijiste: Podemos vivir así. Dijiste todas esas otras cosas. Vivimos así. Sólo necesitamos algo que nos saque del pozo, del pozo diario de no saber si uno o el otro va a irse. Pero volviste a decir: Kate, cambiaré cosas, si es lo que quieres. Y con esa voz: En cierto modo es una carta de amor. Y yo dije: ¿Qué otra cosa es? Así que aquí estamos.
[Sexto Piso. Traducción de Javier Guerrero]