Mi hermana mayor, M. fue (y sigue siéndolo, pero voy a escribir de pretérito porque esto va de nostalgia) una fanática seguidora de la hoy día extravagante cantante sevillana María Jiménez.
María Jiménez fue una folclórica deslenguada que en sus canciones hablaba de follar cuando casi nadie en España hablaba de follar en sus canciones. Esto hay que reconocérselo. Pero ojo, que también versionaba a Silvio Rodríguez o Amancio Prada (disfruten de esta estupenda versión suya).
El caso es que M. era (y es) la hermana mayor, así que era también la dueña del radio-cassette y sometió al resto de sus 5 herman@s a una tiranía musical que rozaba la crueldad intolerable. Luego le pasó el testigo a mi hermana R. que nos martirizó con lo peor de Julio Iglesias. Más tarde yo tomé el control respaldado por mi incipiente poderío físico y por mi demostrada superioridad intelectual, y abusé de mis herman@s sometiéndoles a sesiones interminables de Radio Futura o Chaikovski. El último en coger el testigo, o sea el radio-cassette que ya incorporaba lector de cd, fue el pequeño J. quien, cual crepuscular cowboy, cantaba solitario, mientras vagaba por el estucado pasillo, las canciones de The Jam, RHCP o RATM. Pero nadie le hacía caso porque mis padres ya estaban viejos y cansados y el resto de los hermanos estábamos jóvenes y pletóricos. Cosas de tardanos.
Lo cierto es que toda mi familia se conoce al dedillo (y a la fuerza) la discografía completa de María Jiménez y creo estar seguro de que casi todos recordamos la mayoría de sus letras. Ahora que soy talludito, cada día miro más hacia atrás sin ira pero con nostalgia. Es decir, de María Jiménez sigo odiando muchísimos de sus temas que considero horripilantes (sobre todo los que hablaban de follar) pero reconozco que hay unos cuantos que me gustan mucho. ¿Motu proprio o adoctrinamiento forzoso?. Quién sabe.
Uno de mis favoritos es éste que traigo hoy al blog (puede que para sorpresa de muchos) titulado Huellas Que Se Van.
Comienza con una extraordinariamente larga y misteriosamente electrónica introducción de dos minutos y medio que va languideciendo hasta que es interrumpida por la desgarradora voz de una joven María Jiménez de 26 años.
A ver si les gusta esta rumbero-aflamencada canción que forma parte de mi infancia como si de la banda sonora de mi Cuéntame particular se tratara, y que contó con la colaboración de un arreglista de lujo, el guitarrista Paco Cepero (casi nada).