karma police


Una especie de karma o imán al momento de viajar de casa al trabajo o del trabajo a casa, para atraer siempre a mi lado a los personajes más bizarros o perdedores de batallas mundanas:
drogadictos con aroma a marihuana impregnado en la ropa - puedo imaginar el ritual del tipo en su habitación de paredes descascaradas dándole unas pitadas a su pipa artesanal antes de ir a laburar, quizás ésa sea su forma de pasar las horas, un poco más alegre, un poco menos gris - o el borracho que se balancea con la camisa afuera mientras intenta hacer equilibrio y habla a los gritos de temas de borrachos, también el señor mayor que se acomoda junto a mi asiento y finge dormir para deslizar su cabeza sobre mi hombro. 
Decía, soy como una ley de atracción pero a la inversa. Los vagabundos del dharma del conurbano me arrullan con sus sudores asquerosos. Yo, por mi parte, me entrego al mp3 alucinada tratando de pensar en alguna escena de película de cine francés o, en el azul profundo de una constelación cayéndome encima. 


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