Hay una escena en la serie danesa Borgen en la cual la presidenta tiene que pactar con su antítesis, un demonio de la ultraderecha que no refleja la luz, al igual que el pigmento Vantablack, la sustancia más oscura conocida hasta la fecha. El demonio es malo pero sobresaliente, y le suelta un speech sobre la necesidad de su existencia para que ella tenga sentido como política de centro. Claro que hablamos de ficción, y de políticos brillantes, cosa aparentemente irresoluble en la realidad. Los nuestros se tuitean, se guasapean, se morrean, y a saber cuántas cosas más se harán sin que nosotros sepamos. De todo menos lo que el mandato de los ciudadanos les ha sugerido: pactar un gobierno. ¿Conocen ustedes a mucha gente que vaya a cambiar su voto en unas hipotéticas nuevas elecciones? Bien, ya me han respondido. Entonces qué están haciendo en este juego de tuya y mía cuya mayor preocupación parece ser la chorrada de cambiarle el nombre al congreso de los diputados/as/es. La cerrazón de unos y la fragmentación del voto no va a ayudar a salir de este “empate mexicano”, como se dice en el cine. PP y PSOE parecen no darse cuenta de que turnarse en el poder se ha acabado, y que la estabilidad no solo se consigue a base de mayorías absolutas. Es hora de dejar de dar coces, sobremanera cuando hay unos cuantos bolcheviques agazapados en determinados escaños a la espera de poder aplicar las lecciones aprendidas en la Historia de la Revolución Rusa -que recomiendo vivamente-. Sánchez y Rivera juegan a intercambiarse dinero del Monopoly, Rajoy se encastilla en que si se gana las elecciones hay que seguir mandando -dónde está escrito-, Iglesias aplica de manera pedestre el famoso “Audacia, audacia y más audacia” que dicen de Lenin pero es de Danton. “Y qué hay de lo mío”, resuena en los congreso de los diputados/as/es mientras se espera el minuto telegénico para que los cansados ciudadanos podamos ver quién se desgañita más. Y mientras dispara con balas de fogueo, los independentistas se pasan la ley por el forro y piden más pasta -paradoja irreconducible-, el fraude andaluz flota como una irisada mancha de aceite, antiguos terroristas quieren alfombrarse de flores como el valle de la Muerte, la reforma educativa ni está ni se la espera… En serio, cada vez tengo menos paciencia…