Ana Rossetti: Deudas contraídas.
La Bella Varsovia.
«Lo que está frente a mí no es sino la visión virtual de un mundo extraño; y yo no soy sino un clamor más que se une al coro de farsantes. / O de ingenuos».
Libros como este demuestran —de nuevo— que la poesía expresa sobre cualquier otra forma literaria el llanto del mundo y sus heroicidades. No hay lenguaje que iguale su fuerza. Tal vez surgiera de lo inenarrable.
Rossetti presenta en Deudas contraídas un poemario del que brotan dolorosas evidencias actuales: desapariciones, enfermedades, guerras, exilios, penas de muerte. El siemprevivo quebranto.
El fluir de párrafos actúa como un canal abierto donde se desolla hasta el propio canal. Ver, informar, comprender, reconocer. Y después. Y después, qué.
«Somos seres desprendidos de la realidad y anegados en la confusión. / Como fugitivos inermes en la emboscada. / Como aves migrantes que pierden sus rutas». «Y ya no quedarán aceras bajo el cielo para tanta existencia a la intemperie».
La deuda de la conciencia, ¿se paga?
¿A quién, cómo, cuánto, dónde se paga?