Se defendía riendo
Iréne Némirovsky
Sonrío a tu crueldad, sonrío a tu silencio, y la luz ocre del sol se vuelve blanca tras mis ojos. Te he tocado demasiadas veces. He tenido demasiadas veces tu cuerpo entre mis labios. Creíste crecer más amplio que yo, pero ahora te desgrano, riendo, riendo, púrpura de asombro. Te abro con mis manos. Contemplo tu interior. Y arrugo el rostro. Y te lanzo al aire. Y te abandono sobre la tierra. Y no te como. Y mi lengua se detiene esperando la pureza. Y mi boca ya se abre sólo para el sol.