Desde las paredes
se disparan garfios
que se clavan en mi carne.
La inutilidad del movimiento,
ahondan en mis entrañas.
Tensión,
la llave abrió la puerta de mi infierno.
Desde la otredad me aíslo de su dolor,
rasgan mis entrañas,
más profundo.
El aire sabe a la herrumbre de su tacto.
En la alteridad te veo,
yo reflejado,
eres mi demonio.
Comprendo.
Soy el cenobita,
el habitante incierto,
siempre en continua travesía.
Lacerado por el dolor
veo el sonido de tus cadenas.
Subiste desde mis entrañas
para presentarme tu conciencia,
mi conciencia.
El regusto por el dolor
se plasma en mis palabras.
Pablo Malmierca, de dD (PiEdiciones, 2016)
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