dD: Pablo Malmierca.



PRÓLOGO

I HURT MYSELF TODAY TO SEE IF I STILL FEEL


El debut editorial de Pablo A. García Malmierca es, a mi entender, uno de los eventos más destacables de la escena poética reciente. Con él nace al público un poeta de largo recorrido, amplia zancada, mirada honda y voz inapelable del que cabe augurar páginas imprescindibles. Outsider irredento, habitante incierto, siempre en continua travesía, poeta estepario, ataúd de su propio secreto, Pablo ha ido cocinando su aleación, el metal reptil de sus versos, el acerado temple de su desesperación, el acento que truena en esta magnífica colección de poemas abisales, en una marginalidad elegida, lejos del ambiente endogámico de cualquier grupo o corriente.

Su poesía es la reverberación del dolor sobre el diapasón de sus huesos, vibración, temblor profundo, tectónico: un cataclismo regular, bailable; una denodada lucha por cada bocanada de carísimo aire. I hurt myself today to see if i still feel. I focus on the pain, the only thing that´s real... No hay dolor más atroz que el de no poder sentir, que el de habitar las ruinas de lo intacto (El sentir desde el sin sentir, el dolor sin sufrimiento). El poeta contempla la realidad desde la estupefacción de esos peces que se apilan sobre el hielo de las pescaderías, desde el ojo del maniquí, desde la necrosis de la postura eterna. Se siente incapaz de acceder al remoto confín de sus extremidades, a su propio circuito sanguíneo: árbol cuyo solo fruto es su sombra.

Tal vez por eso, y porque el espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento, Pablo se interviene a vida o muerte en cada renglón, a corazón abierto, perdiendo, a veces, al paciente (bendita sensación de no ser nada), o dándole, otras, una nueva oportunidad al motor de su reptar. Indivisiblemente solo, planta esquejes de sí mismo en su propia carne, dialogan yo y él contestas tú en una jaula de ecos discrepantes: su familia interior. Nos hallamos frente a un poeta valiente, generoso en su entrega. No hay reservas en su poesía, no hay mañana, hay un vértigo de espejos enfrentados, un sibarítico canibalismo (te has devorado por dentro), luces rojas que van y blancas luces que vienen a través del funesto roncar de las horas: no hay soles rubios de bote, no hay clases de fagot para libélulas, no hay lágrimas de agua del grifo; hay un viento que apabulla, que se ensaña con la ropa tendida, que hiela el corazón de los violines en la frontera de un lugar sin nombre.

La búsqueda incesante de la identidad, de la profunda desnudez fundamental, de la incontestable franqueza última (la verdad es dolorosa, dulce, habita en los sótanos), desde la absoluta extrañeza, desde la ausencia de puntos cardinales, ese avanzar sonámbulo tras el rastro de un sueño, tras la ironía del futuro, y la dualidad como conflicto (dividido, partes con rumbos distintos), son temas recurrentes en este, el primer material visible del poeta zamorano.

dD exige el acérrimo compromiso del lector, no afloja, no tolera un despiste, no se deja leer a caballo, no se deja leer sin el ánimo propicio, sin cierto fondo de armario, sin un historial clínico. En ocasiones, es hermético, porque en el refugio oscuro de su alma no hay corrientes, y porque Pablo tiene el cuerpo hecho de cenizas y el viento, el maldito viento... Sin embargo, creedme, hay una pepita de luz en la oscuridad, un lingote de humanidad brutal en las recónditas tripas de este poemario escrito con uñas y dientes contra sí mismo. Porque el agua blanda está en el hielo contundente como dentro del crispado puño la tierna caricia ovillada. Porque la noche revela al hombre la desmesura de su soledad, y también lo contrario.

Aitor Castells



NOTA EDITORIAL

“El ensueño es la difusión sublime, pues no tiene finales, siempre en estado
de infinito, es la metafísica de la esperanza y de la belleza”

José Mª Eguren


¿Es la psicología tronco principal de este poemario —como parte de una enseñanza subjetiva de una temática global— o es solamente una excusa más para emprender este loco viaje en solitario del escritor metafísico? ¿Qué pretende este enigmático autor al escribir este puñado de poemas enlazados por el nexo ineludible de una temática que en nada incita a la poesía?

¿Pretende dD ser un tratado, aunque sea de forma muy diferente a la habitual, sobre disociación y despersonalización del individuo o es simplemente el resultado del carácter empático de Pablo hacia el difícil mundo de la personalidad múltiple?

Realmente, no importa. No es este hecho el que llamó nuestra atención como editorial, sino la capacidad de este casi desconocido autor para crear belleza a través de la palabra. Y es que no hay mayor valor en un artista —y Pablo Malmierca lo es— que poseer el don de permutar lo desprovisto de ella en hermosura. Y dado que la poética lo es ¿quién puede discutir el mérito que supone dotar de lírica vestidura este compendio de procesos psíquicos del ser humano?. No nos descubrirá nada nuevo el poeta sobre el tema a tratar, no. Ningún nuevo axioma, ningún hallazgo digno de ser mencionado en los grandes tratados psiquiátricos, ninguna diferencia con lo que el lector pueda aprender en los diversos manuales de psicología.

Sin embargo, sí traza este breviario al lector un nuevo camino en poética. En él se da cabida no sólo al difícil arte de versar lo no “poetizable”; en él podemos encontrar referencias a multitud de temas que hacen de esta obra un todo: música, poesía, mitología, sociedad, cine… Todo un mundo de matices que hacen que su temática primigenia se convierta en un mero hilo argumental, como la raíz que se ramifica hasta alcanzar el humus que debe sustentar al tronco en su ascensión en búsqueda de oxígeno.

Su lenguaje será quizá, en algunos fragmentos, motivo de desconcierto para el lector, pues en esa búsqueda hacia la globalización del significante del poema, encontramos una dialéctica que roza el intelecto; sin duda, un motivo más para darnos cuenta de que Pablo mantiene en sintonía constante su psique y su materia —referida aquí como aquello que es tangible y racional— sin olvidar, en el camino al raciocinio, su infinita emoción al contemplar, desde la mirada bondadosa del padre, la levedad del ser humano.

Lo consciente y lo inconsciente; el yo, el ello y el super yo; el alter ego, la dualidad entre la debilidad humana y la fuerza animal que acompaña al individuo… sin juicios ni valoraciones personales —circunstancia cuasi insalvable en poética—, que nos muestra otro rasgo más de la personalidad del autor: su carácter antropológico, más cercano a la metafísica que al misticismo.

dD tiene un porqué. O varios. Quizá nunca conocerá el lector el verdadero objetivo del autor. En nuestra opinión, la obra no es un compendio de emociones, es un estudio del hombre a través de su fragilidad, una descripción poética de un estado —o cientos— de ánimo, una narración en verso con un hilo conductor sine qua non, un poema dividido en elegías, un todo lleno de fracciones; una obra, en fin, que no cruzará el umbral de la poesía con paso indiferente.

Poesía contemporánea, poesía del intelecto: Pablo Malmierca.




Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*