Aquella noche
de agosto,
alguien contaba
hasta cien
contra la pared
de casa
Yo salí corriendo
y me escondí
entre los troncos
de la leñera
Abrazado
a mis rodillas,
me sentí seguro,
mezclado
con la oscuridad
y el silencio
de las telarañas
Y no quise salir
No tenía frío
No hacía falta salvarse
de nadie ni nada
Tampoco había
que correr
No me esperaba
un ayer
Y no me perseguía
ninguno de estos
mañanas
Pedro César Alcubilla