En la vida es bueno saber tus límites. Ya lo decía Gep Gambardella en una escena memorable de La Gran Belleza: “El descubrimiento más notable que hice a los pocos días de cumplir los 65 años, es que ya no puedo perder el tiempo en cosas que no me apetece hacer“. Yo no tengo tantos, pero los suficientes para haber hecho otro peculiar descubrimiento: que, definitivamente, no se puede tener todo, es prioritario saber elegir. Y lo es porque la felicidad se basa en los límites, la misma definición de vida se sustenta en las fronteras físicas de la materia, lo que es infinito no está vivo. Una vez que descubres que no puedes tenerlo todo, ni estar en todos los sitios, ni caerle bien a todo el mundo, oye, chico, menudo relax. Empezar a decir “no” a un montón de cosas sin cargo de conciencia resulta un alivio, y no tener que estar experimentando continuamente porque ya sabes lo que te va, es un bálsamo. La clave de todo es saber ir abandonando las mesas de juego a medida que nos producen más inconvenientes que placer, a pesar de que la inercia nos incita a continuar. ¿Que no le gusta el jazz o el flamenco? No es el fin del mundo, a mí tampoco. ¿Que el teatro se la trae al pairo y prefiere el cine? Pues lo mismo, sin complejos, lo que le sea más cómodo. Al final encontrarás gente como tú, me decía una amiga en una época en que estaba un poco desesperado por no sentirme en el contexto adecuado. Y, efectivamente, sucedió, estoy donde quiero estar, rodeado de la gente que me conviene, pero eso pasó por un proceso previo y doloroso de renuncias, elecciones y cagadas varias. Es lo que comúnmente se llama “madurar”. No nos rompamos la cabeza, nadie nos va a explicar el sentido del mundo porque, como también decían en la película: “Las cosas son demasiado complicadas para que un solo individuo las entienda“. Y al final, está la vida, bajo todo ese ruido que intenta que la perdamos de vista, el sentimiento, el miedo, la emoción, los destellos inconstantes de esa belleza que debemos estar atentos para poder captarlos, y normalmente no hay que mirar demasiado lejos, la gracia es que la mayoría de ellos ocurren a nuestro lado, solo hay que prestar un poco de atención, solo un poco.