Luego está el otro lado,
la sombra,
Ese enfrentamiento brutal con una realidad en la que no se puede pasar página. Algo que te hermana de lleno y rotundamente con todas las madres de este planeta Tierra.
La pérdida de espacio psíquico.
Esa dedicación al otro, tus hijos, dos, juntos y a la vez, algo sagrado, milagroso e intocable. La vida haciéndose paso. Escisión en tres de mí misma y fusión de dos, mejor dicho de tres, parcelas emocionales enredadas con los sentimientos más contradictorios. Tempestad y vendaval emocional.
Las dudas, los cambios de humor, el miedo, la soledad, la desesperación, las salidas de tono teatrales contempladas con asombro, la contradicción interna, la cantidad de ocupaciones extras que se instalan y se quedan en tu vida, las pérdidas de los espacios exclusivamente personales durante largos espacios, el cambio en la comunicación, la desesperación y los volcanes emergiendo del centro del propio cuerpo.
Pero está mal visto hablar de ello. De eso no se habla.
El control de esfínteres, la comunicación, y mi limitación, las demandas emocionales y mi limitación, las necesidades más básicas, estar presente, presente, presente, las nuevas enfermedades, el dinero, las exigencias afectivas, la confusión, la sexualidad, la autocrítica, el victimismo... si realmente las mujeres fuéramos conscientes, plenamente, de lo que el reto de la crianza significa, la población menguaría considerablemente. No me cabe la menor duda.
Todo esto es karma, supongo. Qué es lo que yo tengo que aprender de todo esto... echando la mirada hacia atrás.
Lo más difícil, y probablemente lo único que valga la pena en mi vida. En fin... está a punto de sonar el despertador.
Un día más, con muchos motivos para levantarme.
- Vamos cariño, ya es hora de levantarse, comienza un nuevo día.
Y todo esto... se disipa contemplando una sonrisa, una piel suave y tibia, y la primera petición del día...
Silvia D Chica, del blog La Tierra Pura.