el dedo del pie
con la pata de la cama
y he soltado un alarido, un juramento
unas cuantas blasfemias
y he visto que sangraba
y ahora lo tengo amoratado
me cuesta caminar
pero resulta que al sentir el
impacto
vino a mi mente Fiodor
ahí, ante un sucio y feo muro
esperando el final frente a media
docena de fusiles mirándole con no
muy buenas intenciones
y luego pienso en “Crimen y castigo”
lo leí a los 13 ó los 14
y fue terrible, pavoroso
acabé convencido de que era yo
quien se cargó a la vieja
y escondí el libro en ese armario
igual que el asesino oculta las
pruebas
y ahora me miro el dedo
y pienso solamente en este dedo
-Raskolnikov ahora ya no está-
pero me sienta bien que el dolor de
mi dedo
me haya traído por un rato
al bueno de Fiodor, ese hermano
mayor
y me doy cuenta nuevamente
de que el dolor, sea cual fuere
pertenece a la misma familia
al mismo tronco
voy a ponerme yodo y una tirita
antes de calzarme estas preciosas
zapatillas que me compré hace poco
Pablo G Bao