De pequeño, mi padre me llevó al Canodromo. Quedé impresionado por la ferocidad brutal y ciega de los galgos en persecución de la liebre mecánica. Me pareció una pulsión oscura e indescifrable, una fiereza ancestral que, de alguna manera, se expresaba a través esta clase de perros, pero que también sacudía a los apostantes e impregnaba incluso las cercanas casas, prácticamente chabolas, de la Vía Carpetana, donde se llevaba una vida primigenia y tosca. De más mayor no volvi por allí y me repugna ese trato a los animales, pero se me ha quedado grabado el ruido y la imagen de los perros saliendo a destrozar cuando abren el portón. En todo esto está inspirada la portada de mi próximo libro, CARRETERA, PASTA, PODER, que parte de una imagen como esta.
Miguel Baquero