Retira los animales muertos de la pecera
“Hay algo aquí que no empieza / a la hora de siempre. Hay algo que no ocurre / como debería. Aquí había alguien que estaba y estaba, / que de repente se fue / e insiste en no estar.” Wislawa. Plan de ausencias. Coloca un micrófono cerca de los focos, del refrigerador, de la tubería, de los muebles de madera: los sonidos como un diagrama. Llena los vasos con sal y bicarbonato de sodio. Fotografía a los mirlos que paran en los cables de la cocina. Retira a los animales muertos de la pecera. Ata las agujetas alrededor de los tenedores. Toca cada una de las monedas que dejas en el cesto de mimbre, ordénalas por año. Coloca tu rostro en el cojín de las sillas. Guarda en el congelador todas tus piezas de origami.
Llaves en el cenicero
Las cifras de los periódicos sobre los daños que causará el huracán. Cualquier desastre, particular o público, se mide en millones de dólares. Mensajes en las paredes, en el techo, en el cristal de los vagones. Hombres y mujeres inválidas: les falta una mano, una pierna, los ojos. El metro, un pasillo de hospital. Una brújula descompuesta. Las frases de las personas durante su recorrido. Dos estaciones. Veintisiete estaciones. Línea A, línea A, línea A. “Los noticieros exageran. Cada año se acerca el mayor desastre del estado, del país, del continente.” “Dejé las llaves en el cenicero, espero que tu papá las encuentre.” Un vagabundo come una manzana enorme y amarilla. Dos chicos orinan en las puertas. Una anciana negra jala la palanca de seguridad, espera unos segundos y se marcha, el personal de protección civil tarda cuarenta minutos en reiniciar la marcha de los trenes.
Lee Nagara completo en el número 59 de la revista Punto en Línea de la UNAM.