Todavía hay gente -ingenua, curiosa- que me pregunta si se puede vivir de la poesía. Mi respuesta suele ser siempre que no. A veces, dependiendo del día que tenga, suelo añadir que, con todo, eso no es lo peor, que lo terrible del asunto es que tampoco se puede vivir sin ella.
Karmelo C. Iribarren