ALZHEIMER

Primero las mira, y tras cerciorarse de que son las suyas, las besa. Su médico le ha dicho que algún día la enfermedad le hará no reconocerlas. Cada mañana, al levantarse, estudia sus manos en silencio. Cada dedo, cada mancha, cada vena. Sus huellas. Después, feliz de saberse aún cuerdo, se mira en el espejo y se dice: “No me olvides todavía”.

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