Lotes
En forma de saldos editoriales prematuros
se dirigen hacia los kioscos y librerías de viejo
las novedades: novelas pasatistas y voluminosas,
fascículos de enciclopedias, revistas, ejemplares
de la enésima colección de clásicos tapa dura.
El hombre que avizoró desde su balcón
una avioneta dando vueltas sobre el área
va finalmente hasta la cocina y estudia
a la luz de la heladera los restos de una cena.
Dos hielos se han disuelto del todo
en el vaso sin enfriar para nada el líquido.
Afuera, gesticulando micrófono en mano
los predicadores permanecen de pie en la plaza
anunciando las siete plagas divinas;
pero un pronóstico más inminente que el suyo
nace de los labios de quien distinguió,
hace minutos, un pelotón de nubes
de lluvia. antes de que oscurezca ya del todo
y los dos viejos ajedrecistas en la plaza
se vean forzados a replegar sus ejércitos
hasta mañana, siempre hay en la calle
algún vendedor borracho que pregona:
“ya están a la venta los lotes imaginarios
de la ciudad que en nuestro desierto imaginario
se va a levantar: una avenida ancha y zigzagueante,
y todo el día de punta a punta, toda la noche
una línea de colectivo única que la atraviesa
con sus ventanillas tapiadas de polvo.
Manzanas cuadriculadas y terrenos baldíos
en los que no resulta para nada difícil
imaginarse a uno mismo manguera en mano,
regando día tras día, con empeño,
retoños achicharrados por el sol.”
Lee y descarga Un regalo para alguien que aún no conocías de Miguel Ángel Petrecca.